Smart working 4.0 en América Latina: ¿moda o transformación cultural?

22, enero

Por Martín Padulla para staffingamericalatina   La semana pasada tuve el gusto de ser parte de la apertura del ...

Por Martín Padulla para staffingamericalatina

 

La semana pasada tuve el gusto de ser parte de la apertura del año de los HRlive de PDA. Un evento interesante y enriquecedor, moderado por Fer Niizawa. El tema que nos convocó fue La evolución del smart working 4.0

La verdad es que la dinámica del encuentro me invitó a continuar reflexionando acerca de este concepto y de los desafíos que tiene nuestra región para poder aprovecharlo.

Me di cuenta de que con cualquier concepto al que se le agregue el 4.0, me sucede algo parecido. Es que la Cuarta Revolución Industrial encierra en sí misma, un desafío sin precedentes para América Latina. La digitalización y la “conversación” entre diferentes tecnologías han puesto de relieve lo diverso. La era de la diversidad en sentido amplio, incluyendo a las diversas formas de adquirir habilidades y a las diversas formas de trabajar, nos ha acercado más y mejores oportunidades y también profundos desafíos.

El concepto Smart irrumpió en nuestras vidas a través de los smartphones. Cuando nuestros teléfonos celulares se convirtieron en smartphones, el mundo Smart se hizo realidad. La portabilidad, la movilidad, la posibilidad de contar con un computador en la palma de la mano con datos con el que además se podía hablar por teléfono y hacer videoconferencias, trajo como consecuencias cambios profundos en nuestros estrilos de vida. El concepto digital knowmad por ejemplo, no es posible imaginarlo siquiera sin la idea del teléfono inteligente.

Ese modo de vivir y trabajar tampoco sería posible sin la segunda vez en que el concepto smart irrumpió en la conversación pública. Cuando comenzamos a escuchar acerca del concepto de smart cities, la escala creció. Ya no se trataba solamente de pantallas, sino que la tecnología pretendía utilizarse para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, para alcanzar el desarrollo sostenible. Ante tan ambicioso proyecto, quienes estudiamos este fenómeno social planteamos que no existen smart cities sin smart citizenship; la retroalimentación es fundamental para que el concepto no quede vacío de contenido o sea parte de una iniciativa populista de greenwashing. Sin gobierno eficiente, sin planificación colaborativa y sin participación ciudadana, puede haber buenas intenciones, iniciativas aisladas o campañas de concientización. Sin las personas en el centro, tal vez podamos hablar de cambios tecnológicos en la vida urbana cotidiana. Esto no es poco y constituye un cambio social relevante pero no llega a constituir una smart city.

Pandemia mediante, otorgando fluidez y a la vez acelerando vertiginosamente todos los engranajes de la revolución 4.0, el concepto smart working irrumpió con fuerza de la mano del obligado trabajo remoto.

Quedo muy claro a partir de la evidencia empírica que era válida la hipótesis que algunos formulamos unos cuantos años antes de la pandemia: el trabajo no es un lugar al que ir, sino tareas que hacer, valor que agregar.

Ahora bien, ¿de que hablamos realmente cuando hablamos de smart working?

Existe una definición clásica que apunta al uso de las tecnologías y estrategias adecuadas para que las personas trabajen de manera más flexible y colaborativa. Desde esa perspectiva son fundamentales la infraestructura tecnológica, las herramientas de colaboración, las plataformas de gestión de proyectos, el acceso remoto seguro, las políticas de seguridad, la formación y desarrollo para el uso eficiente de las herramientas y de la gestión del tiempo en entornos remotos, el monitoreo del rendimiento, entre otras.

A mi criterio, la definición clásica toma casi como sinónimo de smart working al trabajo remoto. En mi perspectiva, tres ingredientes deben estar en la receta si lo que queremos realmente es cocinar smart working: la transformación cultural, un pool de talento diverso en sentido amplio y una visión humanista de la tecnología.

La transformación cultural es la que da paso al smart working. Sin esa transformación cultural, existe el trabajo remoto, el teletrabajo, el trabajo hibrido, la flexibilidad, el worklife balance y tal vez otros conceptos muy valiosos, pero no estamos ante un modelo de gestión de smart working.

Tal como ocurre en el concepto de smart cities, la clave está en las personas. En la transformación cultural que lleva a diseñar organizaciones centradas en ellas. Para esto es necesario dejar atrás el paradigma de Recursos Humanos y abrazar el paradigma de Personas. Cuando esto ocurre, es posible conformar equipos de alto rendimiento a partir de un pool de talento que puede vincularse con la organización de diferentes formas y desde diferentes lugares. La cultura smart abraza la diversidad en sentido amplio, la promueve, se nutre de ella, se retroalimenta y se potencia.

Es por esto que requiere smart workers y liderazgos smart. El teletrabajo no atrae smart workers; es el smart work, un concepto de mayor profundidad y complejidad el que los atrae.

No se trata de flexibilidad espacial y temporal con soporte tecnológico, se trata de tener un profundo conocimiento de la persona y las mejores condiciones para poder desarrollarla aprovechando las diversas formas de adquirir habilidades y las diversas formas de trabajo que hoy son posibles a partir del uso de la tecnología y la gestión 4.0 en verdaderas organizaciones innovadoras 4.0.

En mi mirada, smart working es trabajo remoto, es trabajo hibrido y es también trabajo presencial en la oficina si es que esto último contribuye a estimular el máximo potencial de una persona desarrollando un rol especifico dentro de la organización. Smart working es el modo en que las organizaciones consolidan su foco en las personas.

¿Como gestionar esa transformación? Un líder smart no es solo aquel capaz de establecer objetivos claros, mensurables, acotados en el tiempo. El liderazgo smart es aquel que es íntegro, escucha, es resiliente, ofrece feedback constructivo y feedforward inspitrador, cuida y fortalece relaciones, se adapta rápidamente a los cambios, desarrolla un pool de talento diverso conformado por individuos que se relacionan con la organización de diferentes formas desde diferentes lugares, comunica de manera asertiva, promueve el conocimiento y la cultura del aprendizaje continuo, reconoce esfuerzos y aportes, resuelve conflictos, gestiona de manera eficiente el tiempo, reflexiona e invita a hacerlo, aprende a desaprender para reaprender junto a los suyos y fundamentalmente conoce en profundidad a cada una de las personas que conforman su equipo sin importar en donde se encuentren físicamente.

El tercer ingrediente aparece solo. No se puede liderar smart sin una visión humanista de la tecnología. Sin tener el control del desarrollo tecnológico exponencial. No es la inteligencia artificial lo peligroso para el mundo de las organizaciones y del trabajo. Lo verdaderamente peligroso es la estupidez humana, la superficialidad, la falta de reflexión y de visión estratégica, no centrarnos en las personas y adoptar modas sin condicionamientos asumiendo riesgos que nos pueden generar consecuencias gravísimas.

Si en el futuro, las organizaciones tal como hoy las conocemos siguen siendo el ámbito en el que las personas desarrollan todo su potencial, en gran parte será porque smart workers eligen a lideres smart que lograron crear organizaciones con cultura smart.

El gran desafío para América Latina es estar a la altura de las circunstancias. Es, finalmente y para siempre, ser smart.

 

Foto de bruce mars en Unsplash

 

Acerca de Martín Padulla

Founder & CEO de Staffingamericalatina. Martín Padulla es Sociólogo (USAL), MBA (UCA) e investiga los mercados laborales de la región. Publicó Trabajo Flexible en Sudamérica y Entornos normativos para Agencias Privadas de Empleo en América Latina, dos libros acerca de las nuevas realidades del trabajo.

mpadulla@staffingamericalatina.com

 

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