Por Martin Padulla para staffingamericalatina
El año pasado, el diccionario británico Collins eligió el vocablo permacrisis como la palabra del año, Remite a un periodo prolongado de inestabilidad e inseguridad que deriva de una serie de eventos catastróficos: COVID-19, la invasión de Rusia a Ucrania, la crisis energética, entre otros.
Cuando este ano comenzaba, el Foro Económico Mundial en Davos, puso arriba de la mesa otro vocablo muy gráfico. El termino policrisis remite a la convivencia de cinco crisis a la vez que por si solas supondrían desafíos muy importantes para quienes lideran. El Mundo enfrenta a la vez crisis sanitaria, crisis geopolítica, crisis inflacionaria, crisis energética y crisis climática.
¿Vale la pena agregar las que enfrenta la región además de las mencionadas?
La acumulación de crisis desestabiliza e interpela los liderazgos. Fundamentalmente en el foco y en la forma de formularse preguntas, ya que estas definen la calidad de las posibles respuestas.
Leyendo un Informe de Riesgos Globales del mismo Foro con las percepciones de 12 mil lideres de 121 países (sectores académicos, empresariales y sociales), recordé una conversación con un Profesor de Harvard en el año 2017. Este amigo me contó que estaban en el medio de un cambio profundo, que durante siglos habían formado Risk Managers y que en ese momento (pre pandemia) el desafío era formar a los mejores Uncertainty Navigators.
¿De qué riesgos hablamos cuando transitamos a la vez crisis sociales, ambientales, económicas, geopolíticas? Con una recuperación desigual de la pandemia, con inseguridad alimentaria y energética, con crisis de pago de la deuda, con brecha de habilidades, con altos niveles de inseguridad, con una deficiente acción contra el cambio climático, con una marcada erosión de la cohesión social, ¿es eficiente hablar de riesgos o será que tenemos que lograr un trade off positivo entre la velocidad de los acontecimientos y la capacidad de reflexión para implementar acciones de innovación social de manera inmediata?.
Recesión, sobreendeudamiento, polarización social parecen retroalimentar liderazgos cortoplacistas. Por contraposición, liderazgos responsables que promuevan la innovación social parecen ser los adecuados para la hora.
La innovación social no es mas que un conjunto de soluciones (innovadoras) para enfrentar desafíos sociales. Es un proceso de creación, diseño, promoción y difusión de nuevas practicas sociales. En Stanford la definen de manera muy simple: una solución nueva a una problemática social que es más eficiente y sustentable que la actual.
En lo que concierne al mundo del trabajo en nuestra región, existen dos problemas muy claros: por un lado, los empleadores tienen la necesidad urgente de conseguir talento pertinente con flexibilidad para poder hacer frente a proyectos desafiantes; por otro lado, los trabajadores tienen la necesidad de formarse en competencias basadas en la demanda durante toda la vida para no tornarse obsoletos y a la vez requieren un rápido acceso al mercado laboral formal en una región con escandalosos ratios de informalidad.
Las agencias privadas de empleo ofrecen una solución innovadora más eficiente que la actual para resolver estos problemas. La eficiencia es tal que incluso se transforman en asesores de carrera para los trabajadores y en consultores estratégicos para los empleadores.
Tener un mecanismo de probada eficiencia que brinda formación y flexibilidad con la seguridad del total cumplimiento de la legislación laboral vigente y no aprovecharlo, es temerario.
Modernizar y dinamizar los mercados laborales formales es una forma de contribuir a la cohesión social, a disminuir la inseguridad alimentaria, a achicar la brecha de habilidades, a incrementar la productividad y la competitividad.
En varios países de la región en este momento se están diseñando reformas laborales imprescindibles para modernizar marcos regulatorios obsoletos.
Los policy makers tienen un aliado estratégico confiable para obtener resultados inmediatos. Si se pretende crear talento pertinente y trabajo formal, toda reforma debe contemplar la ratificación del Convenio 181 de OIT sobre agencias privadas de empleo.
América Latina puede rápidamente ser más inclusiva y sostenible. Existe un sector con reconocimiento mundial que ya está preparado para hacer un aporte significativo a la agenda de la innovación social.
El diálogo con los servicios privados de empleo no puede esperar y debe profundizarse; ningún otro sector es capaz de generar impacto de manera inmediata.
El tiempo es ya. Son muchas las familias que no pueden esperar.
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