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20, febreroPor Martin Padulla para staffingamericalatina Este artículo es para vos, que estás en el último año de tu educación secundaria. Te voy a necesitar activo. No se trata ...
Por Martin Padulla para staffingamericalatina El psicólogo experimental y científico cognitivo canadiense Steven ...
Por Martin Padulla para staffingamericalatina
El psicólogo experimental y científico cognitivo canadiense Steven Pinker señaló recientemente que “todo gobierno tiene derecho de imponer restricciones para prevenir daños mayores, pero la cuestión decisiva está en que ese poder no se use como excusa para coartar la libertad de las personas en forma general”
Resulta evidente que la Humanidad superará el capítulo COVID 19 de la Historia como también que habitaremos un mundo distinto. La gran incógnita pasa por saber si ese mundo será más nacionalista y totalitario o más global y democrático.
En este punto parece interesante como nos paramos frente a lo que el historiador Yuval Noah Harari denomina la “aterradora distopía totalitaria”
Los sueños populistas siempre autocráticos han encontrado en la pandemia la excusa perfecta para materializarse. Mientras escribo estas líneas, en Argentina se han decretado restricciones a todas luces anti constitucionales.
La falta de coordinación internacional ante el fenómeno más global de la Historia incrementa la incertidumbre. Los nacionalismos por definición implican empobrecimiento cultural y económico ya que anulan las ventajas competitivas de cada país, la posibilidad de la cooperación, las sinergias productivas.
El sociólogo y ex Presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso sostiene que ya no existen golpes militares, las democracias se destruyen desde adentro, se vacían democráticamente.
Para América Latina constituye un escenario peligroso el avance de varios gobiernos sobre las libertades fundamentales como la libertad de trabajar y circular, lo que para la gran mayoría constituye el derecho a la vida.
Partimos de un escenario de restricciones previas, que son estructurales al negar diversidad. La gran mayoría de quienes detentan temporalmente el poder para gestionar el Estado, desconoce cómo se genera riqueza en el siglo XXI. Conciben un mundo de la educación y un mundo del trabajo obsoleto. Esto los lleva a repetir recetas que la evidencia empírica indica que ya han fracasado con anterioridad. En lo concerniente a la gestión de la pandemia, se repiten medidas que han fracasado hace muy poco tiempo, la capacidad de aprendizaje parece nula.
Un caso paradigmático se da actualmente en México. En un mercado laboral en el que dos de cada tres ciudadanos que trabajan lo hace de manera informal, el gobierno avanza sobre la libertad de las empresas y de los trabajadores que se desarrollan a través de la subcontratación y busca prohibirla. Una herramienta flexible que crea trabajo formal y cumple un rol clave para la recuperación post pandemia desaparece ante un Estado que no comprende o pretende cerrarse al Mundo saliendo de toda cadena de suministros de carácter internacional, desconectándose del vértigo de interconexión global.
Existen dos factores ignorados por los populismos siempre autocráticos que promueven los encierros maniacos sin gestión y la falsa dicotomía entre salud y economía: el envejecimiento poblacional y el cambio tecnológico. Ambas variables exigen diversos dispositivos para aprender a desaprender y reaprender durante un periodo más largo de plenitud física y cognitiva y diversas formas de desarrollarse en el mundo del trabajo en diferentes etapas y circunstancias de la vida. Ignorar esto sólo lleva a altas tasas de informalidad y desempleo, o sea exclusión. Transitar en el sentido opuesto al desarrollo
Tal como plantean el sociólogo Juan Jose Sebreli y el jurista Marcelo Gioffré en el libro Desobediencia civil y libertad responsable “todo populismo quiere gobernar solo, sin interactuar genuinamente ni con los ciudadanos ni con las instituciones”
La libertad ciudadana responsable, ejercida de manera pública y no violenta, lejos de debilitar las instituciones, las enriquece y estabiliza, plantean. El diálogo social es una forma de ejercicio de libertad responsable en lo que concierne al derecho a desarrollarse bajo diversas formas en el mundo productivo, a formarse en competencias a través de diversos mecanismos que permitan seguir siendo competitivos en entornos incrementalmente volátiles. La posibilidad de ganar libertad e inclusión. Es imprescindible fortalecerlo y que la voz de la diversidad en contra de todo intento de exclusión sea más contundente
Las respuestas que ofrece la casta política son inútiles debido a que las preguntas son otras, han cambiado. Estamos ante desafíos únicos y necesitamos abordarlos con un mindset diferente.
Luce evidente que debemos desterrar a la vieja anormalidad nacionalista y autoritaria y construir a partir de acuerdos, un marco de libertad, diversidad, democracia y globalización que nos incluya a todos.
El sector privado, protagonista de la realidad, parece estar llamado a cumplir un rol sin precedentes en la Historia.