Migrantes: el trabajo en tiempos de nacionalismos y xenofobia

12, diciembre

Conocemos de cerca el fenómeno de la migración. Somos consecuencia de él. Una América Latina construida en base a ...

Conocemos de cerca el fenómeno de la migración. Somos consecuencia de él. Una América Latina construida en base a la inmigración, no puede caer en la tentación de los nacionalismos y los discursos xenófobos. El desafío es hacerlo de nuevo.

Por Martin Padulla para staffingamericalatina

 

América Latina no puede empezar a pensarse dejando de lado los fenómenos migratorios. Han sido, sin dudas, constitutivos de nuestra región. En algunos países, como Argentina, aseveramos que descendemos de los barcos. Nuestros abuelos o bisabuelos, vinieron de otro lado e “hicieron” el país.

Vinieron a labrar la tierra, a mejorar las industrias, a enseñar ciencias y artes. Y se mezclaron, con otras nacionalidades, otras etnias, otros credos, ofreciendo al Mundo un ejemplo de cohesión, convivencia y respeto por lo diferente.

Así, hacia fines del siglo XIX, se terminaron de constituir nuestras naciones, entraron a la modernidad, alcanzaron una identidad definida. En este siglo XXI convulsionado, en varios de nuestros países, se siguen celebrando las Fiestas de las Colectividades. En un mismo espacio físico, descendientes de españoles, italianos, ingleses, irlandeses, alemanes, croatas, serbios, suizos, turcos, sirios y griegos, entre otras tantas queridas y valoradas culturas, comparten sus comidas típicas, sus bailes tradicionales, su música entrañable.

Si bien esa oleada inmigratoria de los abuelos fue paradigmática, hoy, la aceleración de la globalización económica ha generado más trabajadores migrantes que los registrados en cualquier otro tiempo. Nunca antes tantas personas dejan atrás sus lugares, sus afectos, sus historias en búsqueda de un sueño.

Se estima que actualmente existen en el mundo más de 250 millones de migrantes, equivalentes a 3,4 % por ciento de la población mundial. Las mujeres representan casi la mitad y uno de cada ocho migrantes tiene entre 15 y 24 años de edad. El 53% de los desplazados del mundo son niños y niñas que huyen de la guerra, de economías devastadas, de dictaduras sangrientas, de desastres naturales, de la violencia tribal o del narcotráfico.

Una arista no menor del fenómeno es que nunca en la historia hubo tantos migrantes en situación irregular. Sólo en Estados Unidos hay 11 millones. Esa clandestinidad fomenta la entrada de un mundo asociado al delito y da pie para el crecimiento del discurso xenófobo con todas sus excentricidades y generalizaciones sin sentido.

Es por todos conocido que la migración y el trabajo son derechos humanos inalienables e irrenunciables que deberían ser respetados en todo tiempo y lugar, sin embargo asistimos a un lamentable espectáculo de discriminación, inclusive en tierras constituidas por inmigrantes.

Los ataques xenófobos ocurren en Alemania contra campamentos turcos pero también en Pacaraima, al norte de Brasil, contra inmigrantes venezolanos. El riesgo de morir en caravanas que desafían montañas y desiertos, se observa en las aguas del Mediterráneo o colgados de La Bestia, el mítico tren que recorre México de sur a norte y todos los días deja a cientos de personas en la puerta del sueño americano o del infierno

Los trabajadores migrantes en general tienen escasa protección social y son vulnerables a la explotación y al tráfico de personas. Los más capacitación son menos vulnerables, sus partidas privan a países en desarrollo de trabajadores imprescindibles para sus economías. En ambos casos, el desafío de la integración social en un mundo poco tolerante con lo diverso, es enorme.

¿Se ha ocupado el mundo de la educación y del trabajo de este fenómeno?

Parcialmente. La ONU ha celebrado un Pacto Mundial de Migraciones, existen convenios internacionales, recomendaciones y resoluciones de la OIT que obligan a los Estados miembros a regularlo adecuadamente.

Sin embargo, la situación actual excede a estos marcos. La ministra de Trabajo de Colombia, Alicia Arango, anunció que su gobierno prepara un paquete de medidas especiales con el fin de establecer políticas que regulen y permitan ordenar a la contratación de los venezolanos en el país. Según denunció, muchos empresarios están desplazando, especialmente en zonas de frontera, la mano de obra formal colombiana, por trabajadores venezolanos a los que terminan ofreciéndoles hasta una tercera parte del salario.

El sociólogo polaco Zygmunt Bauman se anticipó a esta situación al asociar el fenómeno de las migraciones con ciertos rasgos del capitalismo financiero. En Extraños llamando a la puerta, describe una dinámica económica global que supone la “producción de personas superfluas’ (excedentes e inempleables)”. Mientras en paises desarrollados vastos sectores de la población temen perder su trabajo, en el otro extremo quienes ya lo perdieron todo no dudan en desplazarse en busca de horizontes más promisorios. Así, para Bauman, los migrantes serán una codiciada mano de obra barata, pero también temidos competidores en el mercado laboral. Unos incómodos mensajeros de un tiempo signado por la incertidumbre.

América Latina es hoy la tercera región con más desplazados del planeta, después de Medio Oriente y África. El éxodo venezolano, es uno de los movimientos masivos de población más grandes en la historia de la región, según la Acnur. México, Guatemala, El Salvador y Honduras son los países que más muestran ese cocktail de economías precarias, instituciones débiles y guerras de carteles narcos, que tiene en el desplazamiento al recurso de última instancia para salvar la vida de comunidades aterrorizadas sin posibilidades de proyectar un futuro.

Parecería que llego la hora de prestar mucha atención a este tema, crecer en ciudadanía ante una faceta de la xenofobia que rinde frutos electorales en Estados Unidos, pero también en Francia, Italia, Hungría, Austria y más recientemente en Brasil y España. Cuidar a través de todos los medios la seguridad de nuestros países desde una mirada receptiva e inclusiva

El Convenio sobre los trabajadores migrantes (revisado), 1949 (núm. 97) de OIT establece que los Estados deben aplicar un trato no menos favorable que el que se aplica a sus nacionales con respecto a un número de cuestiones que incluyen las condiciones de empleo, la libertad sindical y la seguridad social. El Convenio sobre los trabajadores migrantes (disposiciones complementarias), 1975 (núm. 143)  por su parte, dispone medidas para combatir las migraciones clandestinas e ilegales, y, al mismo tiempo, establece la obligación general de respetar los derechos humanos básicos de todos los trabajadores migrantes. También extiende el campo de la igualdad entre los trabajadores migrantes con residencia legal y los trabajadores nacionales.

Immanuel Kant, más de dos siglos atrás, previó la posibilidad de que la humanidad creciera hasta el punto de ocupar todas las tierras habitables. Anticipando situaciones similares a las que vivimos hoy, desarrolló el concepto de la “hospitalidad universal”, que no implicaba anular la distinción entre territorios, sino establecer que “nadie tiene más derecho de estar en un lugar de la Tierra que cualquier otro.”

Es desolador ver a nietos de inmigrantes xenófobos. Acaso las circunstancias requieran de mayor sofisticación, nos desafíe realmente a crecer en un sentido más amplio, a trabajar por una casa más grande y más sostenible que nos albergue a todos, a ofrecerle la mano a ese que es diferente y a la vez semejante.

Construir mercados laborales más dinámicos, más modernos, más formales e inclusivos que promuevan la movilidad es una necesidad urgente. Millones de hombres, mujeres, jóvenes y niños en caravanas bajo el frio y la lluvia, nos lo están demandando. Todos los vemos; basta leer un periódico o ver el segmento de noticias internacionales en el telediario. No podemos ser indiferentes.

Si bien los estudios econométricos indican que la entrada de inmigrantes, aumenta la actividad económica, nosotros tenemos en nuestro ADN la evidencia empírica de que si queremos reconstruir nuestros países y ser protagonistas del futuro, necesitamos de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran habitar nuestro suelo y desarrollarlo con nosotros.

Ya lo hicimos. Debemos hacerlo nuevamente.

 

Acerca de Martín Padulla

Fundador y Managing Director de Staffingamericalatina. Martín Padulla es Sociólogo (USAL), MBA (UCA) y experto en mercados laborales. Publicó Trabajo Flexible en Sudamérica y Entornos normativos para Agencias Privadas de Empleo en América Latina, dos libros acerca de las nuevas realidades del trabajo. Esta trabajando en el proyecto #FOWiberoamerica.

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