Horacio Bafico y Gustavo Michelin publicaron recientemente una nota en el periódico uruguayo El País, donde ...
Horacio Bafico y Gustavo Michelin publicaron recientemente una nota en el periódico uruguayo El País, donde analizan la tendencia del mercado laboral local. Según los autores, a tono con el enlentecimiento de la economía, el mercado laboral uruguayo ha mostrado un deterioro a lo largo de 2015.
Si se sostiene una perspectiva de largo plazo, el deterioro es relativo, ya que se lo compara con un año electoral (2014), sin embargo, se espera que el deterioro se acentúe a futuro.
Lo cierto es que en el periodo 2011-2015, la economía uruguaya casi no creó nuevos puestos de trabajo. Es decir, hubo crecimiento económico sin crecimiento de puestos de trabajo. Pero sí lo hizo en 2014. Esos nuevos puestos (aproximadamente 34 mil) son los que se perdieron el último año.
La ausencia de creación de puestos de trabajo responde, por un lado a que durante 2011-2012 prácticamente se alcanzó el pleno empleo. Todos aquellos que querían trabajar y tenían una formación medianamente adecuada pudieron ingresar al mercado laboral. Aquellas personas que no participaban era o por que no querían, o porque no reunían las habilidades y capacidades mínimas para desarrollar un trabajo.
Por otro lado, hubo una suba del salario real. Según Bafico y Michelin, esta situación, y la escasez de talento adecuado, dentro de un contexto de financiamiento muy barato, llevó a las empresas a adoptar funciones de producción ahorradoras de mano de obra.
Sin embargo el mundo cambió. Tanto las dificultades que atraviesa la economía mundial como los cambios de los agentes económicos locales contribuirán a enlentecer aún más a la economía, con un impacto negativo en el empleo. Y este impacto será más fuerte entre los jóvenes con menor nivel de capacitación.
En Uruguay, el 58% de los empresarios planea reducir su inversión en 2016 y el consumo interno está cayendo. La incertidumbre sobre el propio empleo y la suba del dólar están moderando los gastos de la población. Todas estas variables van a impactar sobre el empleo.
Algunos de estos cambios ya comenzaron a operar durante el último año, en el que no fue posible mantener los puestos creados en 2014. Los autores afirman que el deterioro es real y que se ve reflejado en el aumento del desempleo que en 2015 se ubicó en el 7,5% de la población que desea trabajar. Es la tasa más alta desde 2009 y afecta a unas 130 mil personas.
De acuerdo con Bafico y Michelin, la nueva realidad del mercado laboral se ve reflejada en las condiciones requeridas por esos desocupados en la búsqueda de un trabajo, ya que se viene incrementando el porcentaje de personas que no impone ninguna condición (60,7% en el último año, frente al 59% de 2014).
Más de la mitad de los puestos que se perdieron corresponden a jóvenes menores de 25 años. Si bien el empleo juvenil es minoritario en términos absolutos (aproximadamente 220 mil trabajadores en un total de 1.6 millones), en su composición tienen un peso relevante aquellos con baja calificación.
Con seguridad, la mayor parte de quienes perdieron su trabajo y son hoy desocupados pertenece al segmento de jóvenes con bajo nivel de formación. Esto explica que no impongan condiciones. Se trata de un grupo vulnerable que en el actual contexto económico tendrá dificultades para encontrar un nuevo empleo.
En el corto plazo la Ley de Empleo Juvenil, que aborda estos problemas, puede ser un instrumento válido si corrige rigideces y aspectos burocráticos que contiene.
Haga click aquí para leer la nota completa.