Si estás por elegir una carrera universitaria, leé este artículo.
20, febreroPor Martin Padulla para staffingamericalatina Este artículo es para vos, que estás en el último año de tu educación secundaria. Te voy a necesitar activo. No se trata ...
Por Martin Padulla para staffingamericalatina No somos pocos los que sostenemos que vivíamos una ...
Por Martin Padulla para staffingamericalatina
No somos pocos los que sostenemos que vivíamos una vieja anormalidad. Estábamos acostumbrados. Muchos la disfrutábamos pero algo había que cambiar, las consecuencias eran devastadoras y COVID 2019 paralizó al Mundo en un periodo que la Historia será capaz de describir con mayor precisión. ¿Será este un periodo de introspección generalizada? ¿De rediseño de nuestras sociedades?
Para América Latina las consecuencias de la pandemia en términos de educación y trabajo pueden ser catastróficas. Los confinamientos, cuarentenas, distanciamientos sociales o diferentes nombres que en nuestros países se les ha dado al encierro han generado impactos en diferentes aspectos de nuestra vida en sociedad.
En el mes de la mujer sabemos que cerca de 13 millones de latinoamericanas salieron de la fuerza laboral, ya no buscan trabajo. Esto implica un retroceso notorio en la participación laboral femenina, siendo esta la más baja de los últimos 15 años. El BID plantea que hoy existen 25 millones de mujeres sin trabajo en la región.
El escenario es claro: 214.4 millones de pobres.
La International Organisation of Employers (IOE) y la World Employment Confederation han elaborado un informe conjunto acerca de las prioridades para una recuperación sostenible.
El informe destaca factores que motorizan la necesidad urgente de remodelar el trabajo, la empleabilidad y la estructura del mercado laboral para alcanzar alguna normalidad que sea sostenible.
Entre los factores se destacan:
La informalidad: la pandemia ha vuelto a poner de relieve la vulnerabilidad de los trabajadores y empleadores en la economía informal. En nuestra región mostró la necesidad urgente de crear condiciones marco propicias para que las empresas se establezcan en la economía formal, contraten y crezcan en la economía formal y contribuir a las necesidades y el desarrollo de las sociedades y economías. Queda claro que estas condiciones no han funcionado.
La creación de oportunidades. Ya sea en cuanto a habilidades, género, edad tenemos que lograr un mejor acceso a una protección social adecuada, infraestructura digital y empleos formales. No podemos permitir que esta crisis termine en una catástrofe humanitaria. Esta polarización de oportunidades debe revertirse con urgencia.
El sector privado. La recuperación sólo puede ocurrir a través de un crecimiento rápido, sostenible e inclusivo del sector privado. Sólo a través de este crecimiento del sector privado, las personas y las sociedades superarán el impacto devastador de la pandemia. Las empresas no reiniciarán sus operaciones de forma espontánea y las economías no podrán volver a los niveles anteriores de prosperidad sin un apoyo persistente y adecuado, tanto financiero como mediante la creación de un entorno empresarial propicio.
La transformación digital. La pandemia ha provocado un salto cualitativo en la transformación digital y en cómo se organiza el trabajo. El crecimiento del trabajo remoto, la capacidad de colaborar en línea, las nuevas tendencias de consumo y las demandas de comercio electrónico, así como la automatización de las cadenas de suministro globales son testimonio de ello. Los marcos regulatorios del mercado laboral en América Latina no reflejan estos cambios; en algunos países parecen querer ir hacia una dirección contraria. Necesitamos asegurarnos de aprovechar plenamente las oportunidades que surgen del hecho de que las personas pueden conectarse más fácilmente con trabajos de calidad en un horizonte global.
Es evidente que necesitamos diversas formas de trabajo y diversas formas de adquisición de conocimientos, habilidades, competencias si queremos diseñar una nueva normalidad sostenible.
La innovación social es clave si queremos hacer realidad el concepto de inclusión, si de verdad queremos repensar los sistemas de protección social y si queremos lograr mayor formalidad. El verdadero progresismo debe velar por la diversidad en sentido ampliado. No es posible pensar en una única forma de constituirse en empleador, no es posible seguir anclados en el siglo XX.
La articulación publico privada es imprescindible. Todavía resuenan en mis oídos conceptos vertidos por diputados y senadores mexicanos en el panel que tuve el honor de moderar organizado por IOE y WEC denominado Reflexiones Globales para la Recuperación del empleo post COVID19 en México. Me llamó la atención el desconocimiento sobre un concepto básico: la relación triangular del trabajo, concepto que ha permitido modernizar y dinamizar numerosos mercados laborales en el Mundo, un modelo que tiene impactos positivos comprobados hace más de 30 años y que no reemplaza otros formatos de trabajo, los complementa! La diversidad siempre suma, nunca resta.
Mi planteo fue concreto, no habrá recuperación sin una estrategia urgente que promueva la articulación público privada entre servicios públicos de empleo y servicios privados de empleo, sin agencias privadas de empleo agregando valor en la formación durante las transiciones para poder reconvertir y generar mayor capital humano y en el fácil acceso al mercado laboral formal. La ratificación del Convenio 181 de OIT es la llave para que México pueda dinamizar su mercado laboral, recuperar el empleo, incrementar la formalidad, mejorar la empleabilidad de sus ciudadanos y controlar que jugadores desleales que cometían abusos y delitos no sean parte de un esquema que debe garantizar trabajo decente.
El problema del mal denominado “outsourcing” en México es de fácil resolución si se prioriza el dialogo social, si se dejan atrás argumentos circulares o retoricas antiguas y si se pone foco en la recuperación económica con los pies en el siglo XXI.
Las consecuencias de no hacerlo podrían ser dramáticas.