Times Higher Education (THE) desarrolló su primer ranking de las Mejores Universidades en América Latina 2016. El ranking, elaborado en base a 13 indicadores, tiene el objetivo de iniciar un debate en torno a futuros benchmarking sobre las instituciones de educación superior en la región.
El ranking muestra que Brasil es, por lejos, el líder en la región. Cinco de las diez universidades en el Top 10 están localizadas en este país, y 23 universidades de las 50 más relevantes son brasileras .
El segundo país es Chile, seguido por México y Colombia. Así, el Top 10 se configura de la siguiente forma:
- Universidad de Sao Paulo (Brasil)
- Universidad Estatal de Campiñas (Brasil)
- Pontifica Universidad Católica de Chile (Chile)
- Universidad de Chile (Chile)
- Universidad Federal de Rio de Janeiro (Brasil)
- Pontifica Universidad Católica de Rio de Janeiro (Brasil)
- Universidad Federal de Minas Gerais (Brasil)
- Instituto Tecnológico de Monterrey (México)
- Universidad Nacional Autónoma de México (México)
- Universidad de los Andes (Colombia)
Según expertos locales, el éxito de Brasil se debe a sus elevados resultados en términos de investigación, alta producción de patentes, y elevados niveles de gasto en investigación y desarrollo como proporción del PBI (1,15%), en comparación con otros países de la región, como México (0,426%) y Chile (0,363%). Además, el país presenta elevados montos de financiamiento estatal y un proceso selectivo de reclutamiento de estudiantes.
A nivel regional, las universidades latinoamericanas siguen recibiendo escaso presupuesto por estudiante cuando se las compara con otras regiones del mundo.
Además, América Latina enfrenta varios desafíos en educación superior, especialmente en aquellos países que brindan educación pública y se encuentran en situaciones de inestabilidad económica.
A esto se suma el crecimiento de las organizaciones educativas privadas, factor que implica otro desafío para las universidades públicas. Mantener estándares y niveles de calidad altos frente a tantos proveedores más pequeños es un gran desafío para el sector, especialmente en el área de formación técnica y vocacional. De todas formas, muchos consideran a la expansión de proveedores con fines de lucro como un éxito ya que brinda acceso a la educación a un gran número de estudiantes más pobres.
Un punto interesante es que, además del financiamiento, un problema relevante para las universidades latinoamericanas radica en la fundación de las mismas.
América del Sur y México importaron el modelo educativo español, con fuertes influencias del francés. Esto se traduce en que muchas universidades de elite han desarrollado sus carreras siguiendo la tradición “Napoleónica” de educación superior, focalizada en formar profesionales y no tanto en impulsar investigaciones científicas y eruditas.
En este sentido, es muy diferente del modelo Humboldtiano (propio de Alemania, Reino Unido y EEUU), en el que las universidades se orientan al desarrollo científico y, a pesar de depender del Estado, consideran a la autonomía académica como un valor clave.
A esto se suma que el modelo Napoleónico generalmente implica que los programas educativos de largo plazo basado en disciplinas tradicionales siguen siendo los dominantes. Esto deriva en una educación superior más costosa para los estudiantes, sus familias y el Estado.
Los expertos afirman que, para fortalecer su rol en la sociedad, las universidades latinoamericanas deben focalizarse en impulsar la investigación y desarrollo, así como también promover la innovación tecnológica. Deben pasar de ser instituciones focalizadas exclusivamente en la enseñanza a centros de investigación e innovación.
La generación de información sobre instituciones de educación superior, como puede ser el ranking de THE, ayuda a brindar información clave a hacedores de políticas públicas. La cumbre que desarrolló THE pocos días atrás en Colombia, no sólo brindó una oportunidad para el intercambio de ideas respecto a cómo y qué datos deben ser usados, sino también para analizar cómo las políticas y los rankings pueden ayudan a mejorar el sector de educación superior en la región.
Fuente: Times Higher Education