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Un informe elaborado por Dinero en alianza con SAP, da cuenta de cómo el Design Thinking Mindset se está convirtiendo en la llave para innovar para las más variadas empresas de todo el mundo.
La revolución 4.0, obliga a las empresas a entrar en una dinámica de cambio constante. Es indispensable aprender a adaptarse de manera inteligente a los retos para poder desarrollarse en el tiempo.
La cultura innovadora permite que las compañías sean protagonistas en un mercado altamente competitivo y puedan transformarse en verdaderas empresas inteligentes.
Cuando un equipo se reúne para fijar planes de acción en el mismo lugar siguiendo el mismo proceso durante mucho tiempo, lo más probable es que obtenga resultados similares. Es necesario comenzar a pensar diferente, hacer uso de herramientas alternativas y llegar a lugares desconocidos para encontrar soluciones reales a problemas tangibles.
Desarrollar un nuevo producto, concebir servicios a medida y aportar singularidad, es lo que comúnmente se denomina innovación.
Más allá del concepto, existen técnicas básicas que no se aplican en el día a día de las organizaciones y son, en realidad, las que promueven la cultura del cambio. Entender el rol de las personas, los procesos y las coyunturas, hace posible dar el paso del pensamiento de diseño hacia la materialización de las ideas.
La cultura de la innovación requiere colaboradores empoderados y empáticos, dispuestos a observar, escuchar y preguntar para encontrar soluciones a las “dificultades humanas” y, así, conectar con los usuarios y sus necesidades.
En este camino, la colaboración es clave para reunir diferentes perspectivas que permitan superar los desafíos modernos.
Las empresas suelen estancarse por el miedo al fracaso y se hunden en pensamientos pesimistas que bloquean cualquier oportunidad de sobresalir. Tomar riesgos, superar los errores y ajustar las acciones de forma inmediata es indispensable cuando se pretende innovar.
Descubrir, diseñar y probar es la metodología que lleva a la raíz del problema, generando optimismo entre los colaboradores y permitiendo que sean capaces de identificar los problemas reales y plantear soluciones efectivas que resulten en la materialización de productos o servicios para generar una experiencia de usuario favorable y de esta manera mejorar la vida de las personas.
El entorno debe facilitar la colaboración y alentar la toma de riesgos para aplacar los pensamientos de “fallar temprano y fracasar”. La innovación y la creatividad necesitan un ambiente para crecer orgánicamente, en el que las personas involucradas en el proceso puedan sentirse libres de hacer un cambio de mentalidad para formular las mejores ideas.
Volver a lo que muchas veces parece básico, puede ser el secreto para dar un paso adelante, salir de la zona cómoda y evolucionar hacia lo que el mundo de hoy exige. La innovación no comprende únicamente asuntos complejos o elevadas invenciones; es una habilidad que todos podemos desarrollar, mientras exista la disposición al cambio, una mentalidad que genere empatía y sensibilidad con aquellos que buscan que sus necesidades sean entendidas y resueltas.